¿Qué pequeño
ciclomotor...?

Para mi reseña y análisis de "¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?" he utilizado una edición online bajo la traducción de Marisol Arbués y Hermes Salceda.

Georges Perec

Georges Perec (1936–1982) fue un escritor parisino que usualmente es relacionado con las corrientes narrativas experimentales de la segunda mitad del siglo XX en Europa, con un estilo marcado por el juego formal, las restricciones autoimpuestas y una atención casi obsesiva al funcionamiento del lenguaje dentro del texto. En "¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?" ese estilo se encuentra en una novela muy breve que parte de la anécdota de unos amigos que intenta evitar que uno de ellos sea enviado a la guerra.

La trama es deliberadamente sencilla, casi una excusa para que el autor experimente con la prosa: Henri Pollak y sus amigos intentan librar al soldado Karatas (o quizás Karamanlis, Karatoro o Karavaka) de ser enviado a la guerra de Argelia. Sin embargo, lo que podría haber sido un relato trágico o una historia conmovedora se convierte en una “epopeya” irónica donde el verdadero protagonista es el estilo. En un instante de la obra, el narrador se dirige directamnente al lector, rompe la cuarta pared e incluso hace una pausa para resumirle todo lo que “debería haber almacenado” hasta ese momento de la lectura. A esto se suman, además, otros recursos muy peculiares: la manía de deformar una y otra vez el nombre de Karatas, las enumeraciones desmesuradas de objetos, comidas o el alargamiento innecesario de escenas que son muy simples y las referencias explícitas a otros autores, como cuando en plena lista de compras aparecen “las obras de Camus (Albert)”.

Finalmente, toda esta gran operación que han preparado los amigos de Pollak para salvar a Karatoro se resuelve en un desenlace más bien ambiguo: después de páginas y páginas de preparativos, lo que ocurre de verdad se cuenta de manera rápida, casi de pasada, y la novela termina sin una resolución del todo clara sobre el destino del soldado. Dejando la sensación de que, una vez terminado el frenesí verbal, cada cual regresa a su olivo y la vida continúa como se puede.

A nivel personal, esta lectura me ha resultado especialmente interesante porque no estoy acostumbrado a este tipo de novela tan abiertamente experimental y centrada en el propio lenguaje, y en más de un pasaje (por la atención obsesiva a la forma, las repeticiones y las pequeñas variaciones) me ha recordado a fragmentos de James Joyce y a esa tradición europea que reinventó la prosa.

Notas sobre esta reseña
  • Longitud aproximada de la reseña: 490 palabras útiles, 47 palabras prescindibles
  • Frases completas: 19; oraciones subordinadas: 31.
  • Sustantivos comunes empleados: 102, de los cuales 14 se repiten obsesivamente y 5 solo aparecen una vez.
  • Sustantivos propios:
    • Nombres de personas: 7 (Perec, Pollak, Karatas, Karamanlis, Karatoro, Karavaka, Joyce).
    • Apellidos: 3.
    • Apellidos citados con nombre propio entre paréntesis: 1 (Camus, Albert).
  • Adjetivos calificativos: 21 en total; ornamentales: 1; valorativos: 8; analíticos: 12.
  • Verbos en formas personales: 73; perífrasis verbales: 12; usos del futuro rotundo: 0.
  • Referencias a la primera persona del singular: 3 “yo” explícitos y 2 formas verbales sin pronombre.
  • Alusiones directas al lector en esta reseña: 0.